Diario

Con la mudanza llegaron la libreta nueva y los nuevos espacios. El cambio de ciudad, necesario para ver si después se puede vivir en mis manos.

He perdido el miedo a volar y eso significa que no estoy atenta a posibles caídas, desprendimientos de alas, junturas de cera derretidas por el sol. Un fraile oscuro mira réprobo las piernas de mi compañera de asiento, mientras al fondo una mujer sufre un infarto y yo tengo que cerrar los ojos para no caerme al vacío más profundo desde esa altura en la que tu boca recorre mis ingles y no existe el mundo.